jueves, agosto 18, 2016

Las prelaturas personales, más cuestiones, más reflexiones


Estos días, en los corrillos romanos, se ha comentado la posibilidad de que monseñor Fellay acepte que la FSSPX se integre en la Iglesia como una prelatura personal. En mi opinión, si esa fraternidad se incorpora a la Iglesia, la institución canónica que mejor se adapta a esa realidad es la del ordinariato personal.

Si la fraternidad se convirtiese en una prelatura, como algunos han dicho, eso afectaría negativamente a la imagen del Opus Dei. Pues inevitablemente lo que se estaría trasladando a la gente común es la idea de que las prelaturas son instituciones-refugio para realidades eclesiales problemáticas. No es así. Pero difícilmente se evitará esa sensación.

Pero mi opinión es que el Opus Dei puede respirar tranquilo, la fraternidad será un ordinariato personal, pues es el molde jurídico que mejor se adapta a lo que ya son ahora.

Ahora bien, prosiguiendo con el artículo de ayer, ¿por qué los neocatecumenales no son una prelatura?, ¿por qué no lo son los Heraldos del Evangelio? Podríamos citar más ejemplos. ¿Es el tamaño el criterio? Todos dirán que no. Pero no veo qué es lo que diferencia a los Heraldos o a los Legionarios de Cristo respecto al Opus Dei para no ser una prelatura: tienen laicos casados, laicos consagrados, clero y un superior para todo el mundo.

Quiero dejar claro, una vez más, que considero al Opus Dei una de las instituciones que más bien ha hecho y hace a la Iglesia. Pero su peculiaridad en el ordenamiento jurídico de la Iglesia parece fruto únicamente de una decisión personal, más que un acto que refleje el ser de las cosas.

¿Sería bueno que el Camino Neocatecumenal fuera una prelatura personal? Sí, sería bueno si queremos escoger el camino más corto (la recta) entre la situación actual y el perfecto desastre. Ciertamente sería el camino más rápido en dirección hacia un barranco. Si en la Iglesia los superiores de cada realidad asociativa dotada de clero gozasen de una autoridad episcopal y fuesen ordenados como obispos, el resultado final sería una sinfonía de instrumentos desafinados.

A los grandes amantes del Derecho, no se les ha pasado por alto a lo largo de la Historia, la magistral estructura jurídica de la Iglesia Católica. Cualquier desviación de los pilares maestros del edificio conllevaría una peligrosa inclinación del edificio.

Precisamente, lo peculiar del obispo es ser pastor de todos, no de un grupo inserto dentro del rebaño. Si desplazamos el peso de la masa en el edificio, después necesitaremos contrafuertes. El edificio se mantendrá en pie, pero ya no tendrá la primigenia estructura simple y sencilla. En este caso, los contrafuertes serían las intervenciones directas de la Curia Romana y la posterior aparición de legislación delimitadora. La multiplicación de prelaturas implica la colocación de grandes pesos entre los pilares maestros.


Hasta ahora todo ha funcionado bien, porque el Opus Dei es una institución ejemplar formada por miembros ejemplares. Si las carmelitas descalzas juegan al parchís, todo será una armonía celestial, aunque las reglas del juego sean poco claras. Pero, como legislador civil o canónico, yo preferiría legislar para truhanes y conspiradores.